En la columna anterior anoté que datos recientes de ACNUR indican que el mundo afronta varios problemas, entre ellos, hambre y desigualdad.
En esta oportunidad, deseo abordar lo relativo a contaminación, tema que también se incluye en dichos datos.
Me he referido a dicha temática en espacios anteriores, pero dada su pertinencia, deseo una vez más hacer alusión a tan preocupante tema. En efecto, los recientes incendios forestales que han ocurrido en varias regiones de la geografía suramericana y que han devastado cientos de hectáreas de bosques, aniquilando a su paso animales y seres humanos, merecen urgente atención.
Europa no ha sido una excepción a este funesto evento; de ello da fe internet con titulares como Miles de bomberos luchan contra los incendios forestales que se han desatado en Portugal, España y el suroeste de Francia… Un fenómeno similar afronta América Central y América del Norte; la fuente citada revela esto con titulares como Se han registrado “aumentos significativos” en los fuegos respecto al año pasado.
Nicaragua es el país con más hectáreas quemadas, seguido de Guatemala y Honduras y Un infierno de incendios sin precedentes envuelve la costa oeste de Estados Unidos, California y Oregón baten récords de superficie quemada, al menos 25 personas han muerto…. Sin duda, esta información es desgarradora y requiere acciones inmediatas por parte de organizaciones como la OEA y la ONU para frenar la contaminación, generada por el gas carbónico proveniente de distintos tipos de vehículos; por la basura espacial, resultante de las partes de cohetes y de objetos enviados al espacio, que ya no tienen un uso operativo; por sustancias que se utilizan en minería y que luego se vierten a las fuentes hídricas, etc. Desde luego, todos podemos contribuir a cambiar este escenario porque de lo contrario no habrá una segunda oportunidad para revertir este monumental problema.