Acudir nuevamente a las Ferias del Libro de manera presencial, conlleva sin duda una vuelta a lo básico de dichos eventos como es el encuentro físico con ese maravilloso objeto que es el libro, y de ñapa, el poderse reunir con algunos autores con los que se comparten fobias y filias. Es así que invitado a presentar “Pequeña historia de mi país” o a conversar con Gustavo Álvarez Gardeazábal sobre los 50 años de Cóndores, pude disfrutar de los eventos librescos celebrados en Medellín, Cali, Pereira y Popayán.
Y agradeciendo a los organizadores de las ferias de las capitales de Antioquia, Valle y Risaralda, por sus atenciones y grata acogida, quiero aquí detenerme en el evento de la capital del Cauca, bautizado como “Popayán, ciudad libro”, por ser esta ciudad la distinguida, junto a Tunja, Cartagena y Bogotá, con la tradición letrada en la historia de Colombia. Por albergar el Cauca, la mayor diversidad de lenguas vivas que se mantiene en los territorios de los pueblos Misak, Nasa, Yanaconas, Ingas, Koconukos y Totoroes. Además de ser una región depositaria del gran legado, sobre todo musical, que la cultura negra tiene vigente en las orillas de sus ríos y en su zona litoral.
Prueba de tan magnífica diversidad es la muestra editorial con que la Universidad del Cauca, principal impulsadora del certamen, nos obsequió a los invitados, donde encontramos tres títulos principales, un libro de Alfredo Vanín, “Las culturas fluviales del encantamiento” otro de José Navia Name, “Las fuerzas del ombligo” y un tercero de Alexánder Buendía Astudillo, “Narrativa histórica en la Revista Popayán”, que dan cuenta de esta maravillosa y trágica pluralidad.
Condición que desde la crónica ha venido trabajando el escritor Marco Antonio Valencia Calle en dos libros primordiales, “Leyendas extraordinarias de Popayán” (2014) y “Cascajal, leyendas asombrosas del Valle del Patía” (2021), que recomiendo sin ambages. Gracias Popayán.