La semana pasada se realizó el sorteo que definió los grupos que tomarán parte en el campeonato mundial de fútbol, que tendrá lugar el próximo año en Canadá, Estados Unidos y México. En esta ocasión participarán 48 equipos, punto que se debe destacar porque es el primer formato que amplía el cupo de países participantes, dado que en los últimos torneos solo competían 32 delegaciones.
Este nuevo sistema ofrece ventajas, como éstas: el torneo se vuelve más competitivo; el número de asistentes a los juegos y de televidentes aumentará considerablemente, puesto que cada país deseará seguir con fervor el desempeño de su combinado patrio; el turismo y el crecimiento económico se potenciarán de manera significativa, esto, debido a los desplazamientos de aficionados a los países anfitriones de la justa deportiva, a la venta de ítems alusivos al certamen mundialista, a los derechos de televisión, a la publicidad en general, entre otros aspectos.
Así las cosas, el referido campeonato se convierte en el “abrebocas” para los millones de aficionados que seguirán su desarrollo.
Sin duda, el nuevo formato es más inclusivo y como se anotó, tiene sus bondades que se deben aprovechar para la evolución del fútbol, entendido éste como un espectáculo que fomenta el progreso y que contribuye a acrecentar los vínculos entre los países del mundo. Además, el evento en cuestión, propiciará un espacio de entretenimiento de gran valor, para que la gente haga una pausa en su cotidianidad y renueve sus energías para proseguir la marcha de sus vidas con tranquilidad, entusiasmo y optimismo, atributos que mucha falta hacen en este convulsionado mundo.
No de menor importancia, la competición será la ventana que permitirá observar el surgimiento de nuevos talentos, oportunidad que ofrecerá a los jóvenes que gustan de este deporte, la posibilidad de encontrar nuevos horizontes que iluminen sus vidas personales y profesionales.










