Las obras engrandecen los países donde éstas de manera oportuna se construyen. Por supuesto, uno no podría cuestionar la validez de esta aserción. Sin embargo, en nuestro medio, existe margen para plantear comentarios frente al margen de tiempo que toma culminarlas.
Así las cosas, se puede observar cómo se inician trabajos en carreteras y ciudades, y como estos mismos permanecen inconclusos ante el paso de los días y los meses.
Para justificar esta dilación, uno escucha argumentos relativos a los precarios presupuestos disponibles para estos fines o a la imposibilidad de laborar durante el día y la noche, dado que esto afectaría la tranquilidad ciudadana.
Ante esto, caben reflexiones como éstas ¿Por qué iniciar las obras cuando no se cuenta con un presupuesto adecuado?, ¿Por qué no organizar las labores de tal forma que éstas ocasionen el menor traumatismo posible? En otros países, los trabajos que en el nuestro toman meses y años, se culminan en periodos supremamente cortos.
Con el debido respeto, considero que es menester buscar mecanismos conducentes a imprimir una mejor dinámica a la terminación de los proyectos. La demora en la ejecución total de estos ocasiona serios traumatismos, entre ellos: se incrementa la inseguridad, puesto que los delincuentes aprovechan la instalación de vallas y polisombras para cometer acciones delictivas; de otra parte, cuando se intervienen los sectores comerciales, los propietarios deben despedir a empleados, debido a la reducción de sus ingresos.
No de menor importancia en este relato, es lo atinente al caos vehicular que se genera y al incremento del costo de los trabajos, debido al vencimiento de las vigencias presupuestales respectivas.
En cuanto a las carreteras en reparación, la situación no es la mejor. Solo dos ejemplos para ilustrar este punto: Las vías Bogotá-Villavicencio y Pasto-Popayán. En repetidas ocasiones quienes transitan estos corredores viales tienen que afrontar trancones que pueden durar varias horas e incluso días.
Estos eventos inciden de manera negativa en la economía, ya sea por la dificultad para transportar insumos para el sector productivo o alimentos para las poblaciones que sufren el impacto de estos valladares.
De allí, la necesidad de procurar soluciones definitivas a estos problemas; vale recordar que, para el último tramo anotado, según un representante de los Asociación de Ingenieros, hace varios lustros se entregó un trazo seguro a la alta administración.
Sin duda, buenas obras, ejecutadas con celeridad, constituyen el motor del progreso y potencian la visibilidad de las naciones; por lo tanto, los esfuerzos que apunten en esta dirección serán elogiados a nivel nacional e internacional.