Con el tema de las nuevas tecnologías nos hemos vuelto tan dependientes que a veces nos cuesta recurrir a ambigüedades para sobrevivir a nuestro día.
Sin Internet parecemos perdidos en el mundo y no encontramos más que ver en televisión que no sea alguna de las plataformas más comunes como lo son Netflix, Disney+ o HBO, olvidamos cómo usar un DVD y nos sorprendemos cuando alguien usa audífonos con cable; al mismo tiempo nos lamentamos porque en el celular no hay suficiente espacio para nuestras fotos, no recordamos ni un solo número telefónico y nos quejamos cuando no podemos pagar en algún sitio con Nequi.
Y aunque muchas de las mencionadas invenciones nos han facilitado la vida, en ocasiones nos estrellamos al enterarnos de que en realidad no es tan sencillo. En la actualidad, unos tienen más ventajas que otros, especialmente en la fluidez de hacer uso de cosas que para otro resultan sumamente complejas.
Por ejemplo, la semana anterior me encontraba en un establecimiento en el que, para ser atendido, se requiere sacar un turno a través de una máquina especial; antes de poder obtener el pequeño cuadro de papel, había que indicar varios datos, seleccionar algunas opciones y finalmente retirar el turno.
La cuestión es que, aunque parezca intuitivo, no siempre lo es para todos. Por su parte, adultos de avanzada edad en su mayoría, tuvieron dificultades hasta el punto de que alguien le reclamó a una mujer que lo había hecho mal, que había solicitado el turno equivocado, pues nadie los asesoraba al respecto.
La alfabetización tecnológica es una necesidad que debe cubrirse, sin embargo esta debe darse con paciencia y tolerancia, porque el mundo avanza rápido y se lleva casi todo lo que muchos conociero.
Hay quienes se burlan del zapatero que no sabe usar un teléfono inteligente, pero estos no tienen ni idea de cómo atarse los cordones; es enseñar con palabras simples algo que aprendimos al crecer a personas que nos enseñaron cosas en su momento tan difíciles como hablar, comer o caminar.
Debemos enseñar y ayudar pacientemente a quienes por años han construido aquello por lo que hoy vivimos, enseñar con amor a esas personas que aún pueden disfrutar de la sencillez del mundo con los ojos y no a través de una pantalla.