Michael Ende (1929-1995) fue un escritor alemán que tuvo como público principal a niños y adolescentes del mundo entero, con dos obras principales “Momo” y “La historia interminable”.
A pesar de que “Momo” fue publicada en 1973, fue con “La historia interminable” publicada en 1979, que el autor comenzó una meteórica carrera en la que ganó más de 20 millones de lectores y que sus obras fueran traducidas a más de 40 idiomas.
Si bien, estas dos novelas fueron clasificadas por los especialistas como obras de literatura infantil y fantástica, ahora podemos hacer una relectura cuidadosa de las mismas y asumirlas como lo que en verdad son, una detallada advertencia del fin de un tiempo humano y el inicio de un oscuro ciclo donde son eliminadas la fantasía y la luminosidad en la cotidianidad social e individual del mundo civilizado.
Ende, advierte la llegada de una nueva barbarie, mucho más nefasta que la anunciada por Orwell en “1984”, o por Hux-ley en “Un mundo feliz”, ya que se trata de una involución a un planeta habitado por seres carentes de imaginación, de sentimientos, de empatía, de compasión, de generosidad y de solidaridad. La tierra de los hombres de madera que ya había desaparecido por carecer de corazón, como bien lo relata el Popol Vuh.
Los hombres de gris, que no son otra cosa que espantosos hologramas de lo sombrío, quieren convertir al planeta en una comunidad sin identidad, donde el nombre está remplazado por una tarjeta de computador que contiene la operatividad de cada habitante y donde se ha extraviado la risa, y por supuesto, la poesía.
La perfecta sociedad de lo útil, de lo eficaz, de lo informático. El terrible sueño de los positivistas del inicio de la era industrial hecho una actual y siniestra pesadilla.
Momo, la niña, y Casiopea, la tortuga, no son los arquetipos de los héroes de Marvel, pero representan, la inocencia y el tiempo sagrado, lo único que podrá salvarnos.