Es costumbre muy colombiana que deben presentarse primero las tragedias para que el gobierno anuncie las medidas de prevención y establezca las soluciones posibles para que no vuelvan a repetirse, pues eso de la prevención en las principales vías del país, parece que se encuentra en el cuarto del olvido y lo estamos viendo ahora, en la medida que avanza el crudo invierno que azota el país.
Precisamente para evitar peores problemas y no se presenten calamidades vamos a llamar la atención sobre el fenómeno en la doble calzada Buga-Tuluá-Cartago, en donde vemos a diario cientos y cientos de caminantes, propios y extraños, que se trasladan por las márgenes de la vía, de derecha y de izquierda, depende hacia donde se dirigen, corriendo un gravísimo peligro de ser atropellados por el flujo vehicular que es bastante rápido, especialmente en horas de la noche, cuando se agregan los motociclistas, que no tienen luces, no usan chaleco antireflectivo y los ciclistas de carácter recreativo que añaden un lío más, puesto que van en grupo y el peligro de un accidente es más elevado.
Al mismo tiempo se aprecia el alto índice de accidentalidad, diurno y nocturno, de los vehículos automotores, especialmente los de carga pesada, que se dirigen de sur a norte entre los principales departamento y de costa a costa, todo lo cual indica que estamos ante nuevos fenómenos de movilización, que tal vez no pudieron tenerse en cuenta, en el principio de la obra vial.
Todos estos ingredientes, que aumentan día a día, obliga a las autoridades competentes a establecer con urgencia medidas de prevención, entre otras, aumentar las luces especialmente en los sitios estratégicos, que seguramente ya están bien estudiados, la vigilancia oportuna es muy importante para ayudar a los conductores, insistimos, de día y de noche, a apreciar los posibles peligros de accidentalidad y prevenirlos.
No puede ser posible que se permanezcan impávidos ante los hechos contundentes que necesitan con urgencia soluciones eficaces, si es que de verdad se quiere respetar la vida de todos los colombianos.
Ahora bien, con el movimiento de migración, al cual nos estamos acostumbrando, es conveniente que las autoridades investiguen bien el destino de los mismos, que pidan su identificación, eso sí, con todo respeto e infundiendo confianza, más que temor, y ofreciendo ayuda y servicio, para que cuando los caminantes lleguen a su ansiada meta, por lo menos, tengan un buen recuerdo de su paso por el Valle del Cauca.
Las autoridades viales, los alcaldes de los respectivos municipios, en conjunto con las firmas concesionarias, deben tratar de buscar soluciones prontas, eficaces y prácticas, con el fin de hacer un programa de prevención inmediato y construir módulos de señalización, reglamentar horarios para las movilizaciones de ciclistas recreativos y ser exigente con el cumplimiento de la normatividad vial. No sobra decir, que las leyes acerca del movimiento vehicular, a nadie le gusta, son molestas, pues se deben cumplir, cuando casi la mayoría camina de afán, de prisa, todos quieren llegar a su destino rápidamente y por lo tanto una campaña fuerte e intensa y llamativa, podría servir de mucho, como medio de prevención de la accidentalidad.