La Copa Mundial de Fútbol que, en su edición número 22, se realiza en uno o el país con el ingreso per cápita más alto del planeta, ha dado de qué hablar en todos los ámbitos. No solo en el deportivo, en ese, contradictoriamente, es en el que los eruditos menos se han detenido por toda la connotación de este magno evento, si me permiten llamarlo de esa manera ante tanta sensibilidad.
Es el Mundial más caro de la historia, con una inversión estimada en 220 mil millones de dólares, de los cuales apenas recuperarán el ‘pico’, es decir, 20 mil millones de dólares. También esta es la primera Copa del Mundo que se juega en territorio árabe. Igualmente, la segunda que se disputa en el continente asiático después del Mundial de Japón y Corea en 2002.
Sin embargo, más allá de la belleza y modernidad de sus ciudades, de la fastuosidad de sus estadios, las críticas han estado a la orden del día, como la de los jugadores de Irán, que no cantaron el himno de su país en el partido contra Inglaterra o las mismas declaraciones que entregó el capitán iraní criticando al gobierno de su país por la represión y las políticas contra los derechos humanos, especialmente en contra de las libertades de las mujeres.
No obstante, hay que recordar que también en 1978, se realizó el Mundial de Argentina en medio de los escándalos y las víctimas de la dictadura militar. O el mismo mundial anterior, en Rusia, con políticas muy represivas en esa nación.
Ni qué decir de otros eventos deportivos organizados en países con todo ese tipo señalamientos tanto en la actualidad como en el pasado, con el mundial de 1934 en la Italia fascista de Benito Mussolini o los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, durante la etapa en que Adolfo Hitler era el Canciller y máxima autoridad en Alemania.
Así pues, estos magnos eventos como la Copa del Mundo, han estado siempre en el ojo del huracán, rodeados de escándalos y señalamientos. Pero en esos organismos, llámese Fifa o Comité Olímpico Internacional, pareciera que prima el aspecto económico. Es evidente.
Mientras tanto, sigamos disfrutando del fútbol, aunque ya no es aquel de otras épocas cuando el balón rodaba sin tanto obstáculo.