Después del mensaje del presidente en torno al cual Colombia abriría las puertas a decenas de afganos para que estén un tiempo en nuestro territorio han surgido una cantidad de memes que no solo relata la falta de respeto por los ciudadanos de tierras lejanas sino también una falta de caridad aberrante que nos delata como un país xenófobo que no entiende el dolor ajeno. En un principio pensemos en el dolor de estas gentes al dejar a sus familias a la deriva y en manos de un sistema talibán que los oprime y que les tira a la basura sus más mínimos derechos como el de estudiar o de rescatar la dignidad femenina en un siglo donde la mujer cada vez toma papeles preponderantes en nuestra sociedad mundial.
Es pensar que dejo atrás mi trabajo con el cual seguramente sostenía a mi familia y que llego a un país donde no se qué me voy a poner hacer. Es pensar que estos hermanos nuestros tienen tradiciones culturales, religiosas y sociales muy diferentes a las nuestras y que seguramente no les será fácil adaptarse a nuestro modo de vivir. Pongámonos por un momento en sus zapatos y que, fuera al contrario, que fuéramos nosotros los que nos tuviéramos que ir de Colombia, como de hecho ha pasado con miles de conciudadanos, que se van a un país tan lejano como Afganistán o Irán, o el Japón o Turquía, donde nos tocaría adaptarnos a todo lo que ellos tienen allá. Seguro que sería bien dramático.
Por eso, les pido con mucho cariño que en lugar de sacar memes en los cuales nos burlamos de nuestros hermanos los afganos, que tal si abrimos nuestra mente y nuestro entendimiento para dialogar con ellos para aprender de su cultura, de sus tradiciones, de su religión y que descubramos que gracias a la globalización nuestro planeta es un pañuelo y que todos somos responsables de todos y que algún día podamos cumplir con ese llamado de Jesús “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.