Eran las 5.30 de la mañana y ya se veían largas colas, en una cuadra cerca de 150 personas y en la otra, aproximadamente 60 más. Todas están esperando que sean las 7 de la mañana para que inicie un procedimiento de entrega de turnos que servirán para reclamar los medicamentos.
Una señora con una sombrilla en mano y una mantilla alrededor de su cuello, dice que está allí desde las 4.30 de la mañana; la siguiente, dice que madrugó a las 4 y una tercera cuenta que habló con la usuaria que desde el día anterior se apostó a las 5 de la tarde para que la despacharan por fin al día siguiente a las 5 de la tarde. Vienen de todos los barrios, especialmente de los más apartados de la ciudad.
En la medida que se acerca las horas de abrir la puerta del dispensario de drogas,que es a las 7 de la mañana, se escuchan voces, altas y bajas, más de gritos que de respeto por las personas que llegan y tratan de descontrolar la fila. Ellas dicen, es que vamos a hacer una sola pregunta.
Y la puerta se abre, sale la empleada y con amplia sonrisa que demuestra su amabilidad, pero temiendo la agresividad, anuncia que solo repartirá 50 turnos para las personas adultas que sean prioritarias y otras 150 para las normales. Ya algunos pacientes, habían contado las personas y dijeron gracias a Dios, no perdí la madrugada, no así se manifestaban los restantes, maldiciones vienen y van, insultos, caras ácidas, otras pacientes que afirman, será otra madrugada perdida.
Allí aparecen señoras y señores muy despistados, pidiendo información, si ya habían suspendido el pico y cédula, si estaban entregando toda la droga, que si se acabaron los turnos, que si repartirán más. Y otros despotrican del gobierno, otros más critican a unos personajes que venden los puestos, son los que madrugan, hacen cola y luego ofrecen el turno por valores que van desde los 5 mil a 20 pesos.
Quienes logran atravesar la puerta principal, es como un logro de un estudiante al ganar el año sin perder una materia. Alli solo hay cupo para un número limitado, No se pueden sentar todos. Para mejorar esta situación, no entrará sino quienes alcancen a sentarse. Hace un frío de invierno. Algunos pueden arroparse. Otros llevan sus chaquetas y un tercero tirita y debe levantarse para no entumirse. Allí se cuentan historias de miles de peripecias que hoy en día se deben hacer para aliviar sus males.