Parece que los congresistas no se dan cuenta de la gravedad del momento, especialmente por la crisis de las democracias en América Latina, cuando todos los expertos y analistas ponen en estado de alerta a los dirigentes del mundo para que cambien de rumbo en su accionar político en cada uno de los pueblos porque la avalancha de manifestaciones de protestas se van a venir en montonera sin muro de contención posible, salvo los enfrentamientos con la fuerza pública.
Es un hecho que los partidos políticos están fragmentados, que lo único para lograr mayorías, es la búsqueda de alianzas en donde lo poco que los une es suficiente para engañar a los votantes y hacer creer que de ahora en adelante todo cambiará para bien de los colombianos. Mientras no se presente una reforma estructural al sistema, la desigualdad continuará igual o peor que antes y los especialistas en el tema proponen un nuevo capitalismo democrático, en donde los trabajadores tengan mayor participación de las ganancias de la inversión, no hay otra mejor manera de hacerlo, disminuir la grandes ganancias de los pocos, para distribuir mejor la riqueza y así todos podrán vivir dignamente, sin enfrentamientos, peleas y creando situaciones injustas, inequitativas y violentas.
Para lograr esta meta, que no es nada fácil, se necesita cambiar el “Chip”, es decir, la mentalidad, pensar en lo colectivo más que en lo individual, repartir pobreza,no es la salida, sino la riqueza, que se encuentra en abundancia en manos de unos pocos. Las tremendas de-sigualdades, nos abruman, no hay que ir muy lejos, el Coronavirus las ha hecho evidente.
Se fracasó en la lucha contra la corrupción, el último informe de transparencia internacional, puso a Colombia como el tercer país más corrupto entre otros territorios analizados. Es un adefesio el Congreso. Podría pensarse desde ya en un país Confederado, acabar con el régimen presiden-cialista. Y sería un primer ministro, bien vigilado el gobernante de turno.