Indignada la sociedad bugueña, sumida en el dolor profundo, ve caer a sus hijos, víctimas de la violencia cruel y despiadada, que envuelve en lágrimas a las familias de los estudiantes masacrados esta semana que pasó, cortando de un tajo, sueños, ideales y esperanzas. El dolor de sus padres, familiares y amigos, es como una herida que no tiene fin y solo podrá cicatrizar con el tiempo, la fe y la mirada puesta en Dios.
Sus compañeros miran ahora atónitos y sobresaltados, los puestos que dejaron vacíos, en donde ayer reinaba el entusiasmo, la alegría y la vida y siempre los recordarán en tantos encuentros, juegos, desafíos y lugares compartidos, cuando soñaban juntos por alcanzar sus metas.
Nos duele que Guadalajara de Buga caiga en manos de los delincuentes y la sociedad se encuentre en medio de la zozobra, la intranquilidad e incertidumbre, mientras que las autoridades redoblan esfuerzos por contenerlos y reducirlos a su mínima expresión, pero que se necesitan nuevas alternativas, nuevas estrategias para combatir al crimen y recobrar la paz.
La violencia se ha enseñoreado tanto en el sector urbano como en el rural y las voces de las víctimas reclaman acciones rápidas, eficaces y permanentes, si se tiene en cuenta que los delincuentes se valen de toda su astucia, para eludir su persecución y captura hasta ser sometidos a la justicia. Nadie devolverá la paz a los padres y madres de familia que perdieron sus hijos, llevarán siempre en su recuerdo ese trágico momento y extrañarán su diario vivir, los trabajos del colegio, las fantasías y sueños para llegar a la adultez, los paseos juntos y todas esas inquietudes propias de la juventud.
Urge entonces que la sociedad, rodeada por sus autoridades competentes, reflexionen en todo momento, sobre la mejor forma de contener tanta violencia, de recobrar el respeto a la vida, de sanar heridas y de trabajar conjuntamente por la convivencia, solo así se podrá recuperar la paz y al mismo tiempo la confianza, no
solo en las autoridades, sino entre la misma vecindad de cada municipio.
Es el momento de reconcialiarnos, aprovechar esta pandemia para despertar en la juventud ese espíritu de servicio desinteresado que los caracteriza y es una expresión lúcida para recordar a los caídos cruelmente en el camino de la vida y devolver la esperanza a muchos otros que por estar sumidos en los atractivos de la riqueza, pierden el tiempo en cuestiones vanales, inútiles y pasajeras.
Es preciso que la sociedad entera, se ponga las manos en el corazón, para que conjuntamente con las autoridades, se tomen las medidas necesarias, para impedir que los delincuentes continúen sembrando el terror por las calles de la ciudad y se inicie una nueva etapa, un cambio fundamental, un nuevo pensamiento que ilumine a todos en el camino para lograr sus metas sin tantos sobresaltos.
Y es que a veces, nos acostumbramos a la violencia, dejamos todos en manos de los otros, es necesario la solidaridad, hoy más que nunca, cuando una pandemia azota a todos por igual,y es urgente, tomar medidas razonables, porque el tiempo apremia y no se puede perder un instante en las pequeñas cosas que nos dividen, solamente dedicarnos a buscar la unidad y la paz.