Una de las expresiones más repetidas en los pasajes bíblicos relacionados con la resurrección de Jesús es “os traigo la paz”, esa misma expresión fue la que pronunciaron los ángeles en el momento de su nacimiento en Belén.
“Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad”. Ahora bien, ¿si ese es un regalo grande de Jesús porque no tenemos esa paz que tanto anhelamos?, ¿por qué todos los días tenemos que ver y escuchar en los medios de comunicación que la violencia crece a pasos agigantados? ¿por qué seguimos siendo una sociedad tan violenta?
La respuesta es solo una. Porque no hemos querido abrir nuestro corazón a la persona de Jesús, porque con nuestras acciones cerramos por completo la posibilidad de que Jesús entre en nuestra vida y nos traiga la paz que como decía Pablo VI “no es ausencia de guerra sino una actitud del corazón que nos permite abrirnos al amor de Dios y entregar ese amor a nuestros hermanos más necesitados”.
Es imposible que en Colombia tengamos paz cuando desde nuestra legislación permitimos el asesinato de nuestros infantes desde el vientre materno, es imposible vivir en paz cuando crecen los actos de corrupción y de violencia sin que los culpables paguen por sus crímenes y se paseen muy elegantes por los pasillos del congreso…es imposible alcanzar la paz cuando creemos que la libertad religiosa es no tener ningún criterio religioso y sacamos a Dios de nuestros establecimientos educativos, judiciales y gubernamentales.
Es imposible alcanzar la paz con semejante polarización en que vivimos, pues si ganan las elecciones Gustavo Petro o Federico Gutiérrez (que parecen los más opcionados) seguiremos en una polarización absurda entre la derecha y la izquierda.
Solo nos queda esperar y pedir a Dios que como resultado de las próximas elecciones tengamos un presidente de acuerdo al corazón de Dios, un hombre justo, con sus manos limpias y que construya canales de participación, unidad y solidaridad entre todos los colombianos para alcanzar por fin la paz que tanto necesitamos.