Otra historia que se suma a la serie de sucesos que se han producido en torno a la espada con la que Simón Bolívar dio la libertad a los pueblos americanos, ocurrió en la posesión de Gustavo Petro Urrego como presidente de Colombia el pasado 7 de agosto.
Como es bien sabido la espada fue robada de la Quinta de Bolívar en Bogotá por el M -19 al inicio de su actividad combatiente, y se convirtió en un ícono de su lucha. En 1991 fue entregada por Navarro Wolf, a la firma de los acuerdos de paz entre el M y el gobierno de Virgilio Barco. Al ser electo presidente Gustavo Petro, manifestó su deseo de que la espada estuviera presidiendo su acto de posesión, y como tal se iniciaron los trámites burocráticos indispensables.
Cumplidos los mismos se procedió a construir la urna en que sería trasladada y a vestir con uniformes de época a los soldados que la trasladarían de la Casa de Nariño a la Plaza de Bolívar.
Pero la espada no llegó, lo que dio lugar a la primera orden del recién juramentado presidente, “Tráiganla”, exclamó. Lo sucedido en la Casa de Nariño por 30 minutos, se resolvió con el traslado de la misma, mientras Teresita Gómez interpretaba al piano obras de Vieco y Mozart que ella se sabe de memoria. Memoria feliz a sus 79 años.
Como colofón del acontecimiento el Rey de España Felipe VI, no se levantó al paso del símbolo patrio, porque según el protocolo no es un símbolo oficial de la república, lo que motivó una indignada y fuerte protesta de Pablo Iglesias, líder de Podemos, partido que hace parte de la coalición del gobierno español. “Se quiso humillar el honor de las naciones latinoamericanas”, dijo.
Lo que podemos concluir es que, con la llegada del Pacto Histórico al gobierno, luego de 200 años de hegemonía de las élites, que según el estudio de los doctorados Jenny Pearce y Juan David Velasco son conformadas por 46 familias que se reparten el poder económico y político del país, se inicia una nueva gesta libertadora.