Nunca antes en la historia reciente se había notado con tanta fuerza la desconfianza de los pueblos hacia los gobiernos de turno y nuestro país no escapa a este fenómeno que crece como una bola de nieve sin encontrar hasta ahora su detención posible, lo cual deviene una insolidaridad, desesperanza y caos en la sociedad frente a amenazas muy serias como pueden ser el cambio climático, el crecimiento desbordado de la pobreza y la sustitución de la democracia por sistemas populistas y totalitarios que eliminarían de un tajo la libertad como bien supremo de la comunidad.
Para el caso colombiano, lo estamos viendo palpable, en la adquisición de las vacunas contra el virus del Covid-19 que ha suscitado innumerables críticas, contradicciones y opiniones bien diversas que poco o casi nada ayudan a la solución del problema que cada día empeora la salud y la economía de la gente, mientras que el cuerpo médico y los profesionales de la salud hacen esfuerzos grandísimos en la atención de los enfermos y arriesgan sus vidas en el ejercicio de su profesión.
Es abrumador que ante el dolor de la población más afectada, siempre se le esté poniendo palos a la rueda en todo lo que el gobierno realice sin tener en cuenta que lo sucedido con esta pandemia cogió de sorpresa a todos los gobiernos del mundo, todos están experimentando por primera vez su presencia y se desconocía totalmente su alcance devastador y aún los científicos continúan buscando la mejor solución para detenerla, una de ellas, es la vacuna, que gracias a la tecnología, se pudo elaborar en un tiempo récord, como nunca se había podido hacer en años anteriores obviamente los laboratorios responsables tienen que invertir muchísimos recursos para alcanzar su objetivo y de esta manera ofrecer a la población y sus gobiernos un producto con la máxima seguridad posible en su efectividad y esto es lo que tenemos ahora.
No podría ser de otra manera, pues existe una especie de “rapiña” por adquirir el inmunológico y era de esperarse que los países de mayor poder económico estuvieran adelante en su consecución, lo que no garantizará igualmente, su pronta eficacia, tal como lo vemos en los Estados Unidos, en donde la pandemia continúa causando estragos, a pesar de su poderío financiero.
En Colombia, muy dado a las opiniones superficiales, poco serias e irresponsables, aprovechadas de inmediato por la oposición, se desbordan en corto tiempo y crean entre la población un estado de desconfianza total hacia la eficacia del remedio, sin pensar siquiera un poco, en ofrecer soluciones, sino por lo regular tienen en su mente la presencia de un Estado “corrupto” que supuestamente quiere hacer negocio redondo con la implementación de este plan nacional de vacunación.
Pues nos parece que nada más alejado de la realidad tales suposiciones y es conveniente, para bien de todos, que se dejen de tejer imaginarios fantasiosos sobre los efectos secundarios de la vacuna, que no se pongan más palos a la rueda y que más bien, se crea de verdad en lo positivo y recomendable que es, hacerle frente de la pandemia, pues no hay otra forma de hacerlo, si tenemos en cuenta que los protocolos de bioseguridad, no son suficientes.