Cuando le pregunto a varios de mis amigos si son ingratos, me contestan: “¡Por supuesto que no!”. Pero no es así, lo que sucede es que ese concepto está tan arraigado en sus vidas que les es difícil admitir abiertamente que sí son ingratos. Por esa razón siempre repito que, algunas personas, se fijan más en los errores que cometemos y se les olvida todo lo bueno que hemos hecho. Hoy me he dado cuenta que hay unos amigos que no aprecian o no valoran lo que se tiene, o lo que han recibido, porque creo que la gratitud no expresada, es ingratitud.
En esta época acelerada que estamos viviendo las personas no tienen tiempo para el agradecimiento y la disculpa es: se me pasó o se me olvidó, el trabajo, el fútbol, la televisión, en general y tan bueno que es recibir una llamada o un mensaje por WhatsApp. Y es que ahora todo es más fácil, pero las prioridades no les da tiempo para agradecer y demostrar el aprecio. Menos mal que los tapabocas no dejan ver la expresión de nuestras caras y si nos encontramos con esos amigos no noten el descontento que tenemos.
Cuando estoy descansando pienso en muchas cosas. Por ejemplo, ¿le he dado en alguna ocasión un detalle a alguien y no he recibido las gracias?, ¿he comprado en un almacén y no hemos recibido agradecimiento por la compra?, ¿he hecho un favor a un compañero de trabajo y ha sido desestimado?, y aunque algunos piensen que hay que dar y hacer sin esperar nada a cambio, la verdad es que el equilibrio es importante porque nos hace sentir valorados y cuidados.
Otro ejemplo de ingratitud es el relacionado con Dios. Muchos somos bendecidos, porque tenemos comida, abrigo, energía, agua, salud, sin embargo no dedicamos ni un ratico a darle las gracias a Él. Peor aún son los gruñones y quejosos crónicos que aunque reciben innumerables bendiciones, también tienen innumerables excusas para quejarse por cualquier bobada ….ya sea por el tráfico, la economía, los precios de los alimentos, los problemas en el trabajo, las dificultades con la familia y la mala salud.
La clave de la vida es la felicidad, por esta razón tenemos que ser agradecidos por todo lo que hemos recibido. La ingratitud pasa factura.