El conflicto entre Rusia y Ucrania, aunque muchos expertos han asegurado una y otra vez que está por llegar a su fin, al parecer está cada vez más lejos de la realidad, pues desde su inicio se dijo que duraría a lo sumo entre una o dos semanas, y aún no sucede; sin embargo, ante los grandes esfuerzos del máximo comandante de las fuerzas militares rusas, o presidente Bladimir Putin; sus contendores han hecho hasta lo imposible por detener las hordas en su avanzada.
Tanta es la valentía y coraje de éstos, que han inspirado a miles de personas del globo terráqueo a viajar hasta la zona, para sumarse a la batalla en busca de justicia para los ucranianos. Desde todos los rincones del mundo ha empezado a llegar ayuda en todas sus formas posibles, desde alimentos y medicinas, hasta asistencia tecnológica de privados.
De lo que nadie habla es de la amenaza que representa para el mundo entero el hecho de que el presidente ruso, ante la pasividad de todos sus vecinos frente a la invasión a Ucrania y sus bombardeos sin escrúpulos sobre zonas donde es altamente probable que haya población civil, el primero pueda llegar a confundir la diplomacia de los segundos y del mundo entero a su vez, con cobardía, o miedo a sus retaliaciones con armas nucleares; ya que de ser así, lo más lógico es que una vez haya tomado a Ucrania, continúe su conquista sobre todos aquellos países que aún no forman parte de la OTAN bajo la mirada impotente de la humanidad.
Desde luego, se esperaría que ello no sea así, pero ante las sanciones impuestas al oso pardo de Moscú, el riesgo de que éste siga con su cruzada a otros territorios está sobre la mesa.