La democracia es una forma de organización del estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo, a través de mecanismos de participación directa o indirecta, que otorgan legitimidad a sus representantes. Esta definición se puede leer en internet o en textos sobre la materia y cobra relevancia en esta época electoral.
En todo caso, el propósito de esta columna no está dirigido a la toma de posiciones frente a los resultados de las recientes elecciones presidenciales o frente a lo que pueda ocurrir en la segunda vuelta. Más bien, se trata de exponer algunas expectativas, que, uno esperaría que la nueva administración, que regirá los destinos del país durante el próximo cuatrienio, las lleve a efecto sin dilación.
Sin duda, enfrentamos una profunda crisis social y económica. Los efectos catastróficos de la pandemia que ya parece desvanecerse, nos han sumido en una recesión económica sin precedentes, por lo menos en la historia reciente. A esto se suma la guerra rusoucraniana, cuyos efectos han invadido al mundo entero.
Como es sabido, Colombia compra a dichos países, hierro, acero y productos agroquímicos. En una reciente edición de un diario nacional, se lee que un bulto de urea de 50 kilogramos, que tenía un precio de $80.000.oo, ahora cuesta $230.000.oo. Estas abruptas fluctuaciones, se revelan en la escalada alcista que han experimentado casi todos los productos, incluidos desde luego, los de la canasta familiar.
Esta situación particular ha sumido a la clase media y al sector obrero en la desesperación e incluso en la hambruna. Ante este escenario desolador, el nuevo presidente y su equipo de trabajo han de diseñar unas políticas encaminadas a la producción de agroquímicos para disminuir la importación de tales insumos y de este modo alivianar la pesada carga que recae sobre los hombros de los más vulnerables.
No de menor importancia, será el estudio e implementación de medidas económicas, que ayuden a la clase media y a la obrera a recuperar su poder adquisitivo.
Por otro lado, urge formular reformas tendientes a fortalecer la seguridad de los colombianos, pues los reportes televisivos, con frecuencia promulgan noticias sobre diferentes tipos de violencia, que sufren los ciudadanos.
Esta situación afecta de manera negativa el turismo y la inversión extranjera, fuentes que podrían potenciar nuestra economia. Por supuesto, esta problemática empaña nuestra imagen a nivel mundial y obstruye el progreso del país. Las políticas de mejoramiento social antes sugeridas, podrían contribuir a minimizar esta dificultad.