Nació el líder del pueblo en un hogar de clase media, formado por un librero, Eliécer Gaitán y la educadora , doña Manuela Ayala, mujer inteligente y de gran sensibilidad social. Era un hogar sencillo, pero sin privaciones económicas. En la librería de su padre, empezó a conocer los clásicos. Otras lecturas le indicaron la injusticia social que padecían los pueblos del mundo, que era una problemática universal, lo cual asimilaba con más claridad bajo la influencia inteligente de su madre.
Comprendió las injusticias que se daban, en las oportunidades de superación de las personas, en especial de los estudiantes. Nadie, antes que él, que actuara en el escenario de la política, había hablado con seriedad y propiedad de las ideas socialistas y democráticas. Su tesis de grado “Las ideas socialistas en Colombia”, es una muestra del estudio y gran conocimiento que tenía Gaitán, sobre las tesis de vanguardia social.
Por sus ideas de claro contenido socialista, fue calificado por los voceros de la oligarquía criolla, como comunista. Gaitán, fue ante todo un demócrata y recordamos que los comunistas, votaron en contra de él, votando por el doctor Gabriel Turbay, el candidato de la derecha liberal. Gaitán decía que el hambre, no era roja ni azul, sino pálida como la muerte. Logró unir bajo sus banderas a liberales y conservadores, inclusive a socia-listas y, ese fue el gran temor del capitalismo colombiano, que veía amenazados sus intereses con las ideas sociales de Gaitán. Hizo oposición a los gobiernos de tinte oligárquico y decía que “La oposición abre un paréntesis, no solo es un derecho sino una necesidad en un país democrático”.
Vemos hoy, que quienes se dicen los herederos del ideario gaitanista, no conocen las tesis liberales, ni socialistas, no les interesa el dolor del pueblo, ni las injusticias sociales, han entendido la política, no como un medio para servir, sino el puente para conseguir los favores personales, conciben la política como instrumento para actos de corrupción y creen que nadie sabe de sus reprochables y antiliberales actuaciones.
Llegará el momento en que sean señalados con el dedo justiciero del pueblo mismo y, ese día, como en la Epístola de Los Talentos, serán los ayes y el crujir de dientes.