Todo el mundo, a excepción de unos pocos déspotas, proclama estar en contra de la guerra. Pero los conflictos armados continúan surgiendo en todas partes, como promedio una contienda bélica de grandes proporciones, estalla violentamente sobre la superficie del globo, en tiempos no lejanos uno de otro.
Y ese ritmo ha venido manteniéndose a lo largo historial de la humanidad. ¿Cómo es posible que, habiendo tantos pacifistas al parecer sinceros como la ONU, estallan tantas guerras aparentemente inexcusables?
Llegamos, pues, a la conclusión de que no resta decir que la guerra es absurda, ruinosa, mortífera o inmoral. No basta denostarla con otros adjetivos apasionados y virulentos. Estos solo sirven para los letreros de propaganda y de composiciones escolares de niños de quinto grado.
Cualquier persona sensata está de acuerdo con quienes señalan los desbastadores efectos de la guerra. La pregunta a qué estas personas sensatas tienen que enfrentarse ahora deberá ser esta: ¿Es necesaria la guerra? ¿Es inevitable? -Considerando solo la esfera política humana. Las naciones creen que tienen a la guerra para defenderse a sí mismas de agresiones injustificadas.
¿Acaso debía Estados Unidos “poner la otra mejilla”, después de lo ocurrido en Pearl Harbor? Tenía Gran Bretaña que dejarse avasallar por Hitler?. Los alemanes también podrían preguntarse si la República de Weimar tenía que permitir pasivamente que las naciones extranjeras, después de 1918, estrangularon todas las posibilidades de sobrevivir.
Ni que los países de Europa como, Francia e Inglaterra quedaran pasivos ante la arremetida de Hitler contra Polonia el 1° de septiembre de 1939. No hay que olvidar que Polonia, a través de los tiempos, ha sido el centro estratégico de Europa y, eso no lo han olvidado los rusos, mientras atacan desventando a Ucrania.
En esa restringida esfera política humana, la triste respuesta es que, si no hay un Dios, en que las naciones puedan confiar, entonces la guerra resulta inevitable, como último recurso para la defensa propia. Los hombres no han vislumbrado el primer atisbo -humanamente hablando- de una vía que les permita convivir en paz aplicando solo los poderes inherentes a la razón. En esa esfera limitada de acción.
Tenemos que llegar a la conclusión de que el hombre continuará combatiendo contra sus semejantes hasta el holocausto final que destruya la sociedad humana, tal como hoy está establecido.
En esta esfera humana, pues, resulta obvio que los hombres “no han conocido el camino de la paz” Por tanto si estamos dispuestos a analizar solo la esfera humana, podemos empezar a contar los días que nos faltan hasta llegar al Armagedón.