Por estos días disfrutamos de un ambiente diferente al resto del año; las luces, los regalos, las aglomeraciones propias de estos días, todo esto propio de la navidad que para muchos es la época mas hermosa del año. Sin embargo, estamos muy lejos de vivir el verdadero sentido de la Navidad.
Pensemos en primer lugar que la Navidad es un momento de tipo espiritual pues hacemos presente a un Dios que se hace hombre por nosotros, que comparte nuestra naturaleza humana, menos en el pecado como lo dice San Pablo en sus cartas. Es, entonces la oportunidad para volver a Dios para volver nuestra mirada al pesebre donde Jesús, José y María se convierten en modelo para todas las familias. Hoy más que nunca necesitamos padres a ejemplo de San José; orante, fiel, trabajador, dedicado por completo a su familia. Hoy, más que nunca, necesitamos madres de familia a ejemplo de María: orantes, fieles y dedicadas a sus hogares. Hoy, mas que nunca necesitamos que Jesús reine en nuestros corazones.
El verdadero sentido de la Navidad no se centra entonces en regalos, en adornos navideños, en consumo desmedido de alcohol con las bien sabidas consecuencias. El verdadero sentido de la Navidad es permitir que ese Jesús que nació en Belén hace dos mil año nazca de nuevo en cada uno de nosotros. Para eso es necesario amarnos de verdad, perdonar, compartir con los más necesitados, seguir a Jesús en todo momento, con la certeza de que ese cántico de los ángeles en la noche de Navidad de gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad se puede hacer realidad si cada uno de nosotros abre su corazón para que Jesús more en él.
En torno al pesebre, como familias unidas en la fe y en amor a Dios, oremos a ese Jesús para que nos dé la paz que tanto necesitamos para que podamos vivir como hijos de Dios y para que todos nuestros sueños de año nuevo se hagan realidad. Feliz navidad para todos y que Dios derrame bendiciones abundantes sobre todas nuestras familias.