Hemos visto varios reversazos que el gobierno, sus funcionarios o congresistas han dado ante la presión que ejerce la sociedad civil o la opinión pública en las redes sociales frente a algún tema determinado.
Si bien vamos de la esperanza a la desesperanza, de indignación en indignación, de no ser por la posibilidad de poder expresarnos inmediatamente en redes y de viralizar temas que son bum, hoy seguiría siendo tema de debate el IVA del 19% en el café y la sal, aunque aún nos respire la reforma en la nuca. Lo cierto es que, si gravan la gasolina, todo se encarece (por el transporte). Por más que la llamen ‘ley de solidaridad sostenible’ es un golpe para las personas naturales y hay cero de solidaridad con nosotros.
Es comprensible que nos estiremos los cabellos cuando no vemos órganos de control independientes, cuando en plena pandemia y con semejante crisis socioeconómica se les ocurra comprar aviones de combate que valen 14 billones de pesos, o porque llamen como ‘máquinas de guerra’ a la niñez, o levantemos la voz porque no queremos que sigan empeñados en utilizar el químico glifosato, tan perjudicial para nuestra naturaleza, los pobladores de dichas zonas y para todos.
Aplaudo que levantemos la voz y virilicemos contenidos, aunque sea por la emoción del momento, porque ello nos da la hermosa posibilidad de expresarnos, de hacernos visibles, de identificarnos con el problema del otro y ello gracias a la bondad de las nuevas tecnologías, y sí, pueden llegar a ser perjudiciales si les damos un uso inadecuado, pero también son una herramienta maravillosa para evidenciar desde cualquier rincón del mundo toda preocupación, agresión o agite.
Lo cierto es que tenemos mucha información, poco análisis y pocas oportunidades para generar soluciones de fondo, pero sin duda alguna el voto de cada colombiana y colombiano será trascendental para transformar el país, por lo pronto ocupémonos de hacer nuestra parte en el pequeño lugar del mundo donde nos corresponda.