La oratoria es mucho más que la simple habilidad de hablar en público; es un arte, un canto que resuena en el corazón de quienes escuchan.
En un mundo donde el ruido parece ahogar las voces auténticas, la capacidad de comunicar con claridad y pasión se erige como una luz que guía y transforma.
En este contexto, la reciente celebración del XIX Concurso de Oratoria Enrique Uribe White en la UCEVA, centrado en el tema de la maternidad subrogada, nos invita a reflexionar sobre la vital importancia de esta habilidad en la formación de los profesionales de hoy.
Los participantes de este certamen, al exponer sus ideas sobre la maternidad subrogada, no solo compartieron conocimientos, sino que tejieron emociones, historias que conectaron con el alma del público.
Cada palabra pronunciada fue un puente entre pensamientos, un diálogo vibrante que despertó la curiosidad y la reflexión. Sin embargo, en nuestras Instituciones de Educación Superior (IES), aún persisten sombras que oscurecen el verdadero potencial de la oratoria. La enseñanza en nuestras aulas a menudo se enfoca en la memorización y en el dominio técnico, dejando de lado el arte de conectar con los demás.
Esta carencia se traduce en profesionales que, aunque posean un vasto conocimiento, carecen de la fuerza comunicativa necesaria para brillar en un mundo que valora la conexión humana.
En un entorno laboral donde la colaboración y el diálogo son esenciales, la oratoria se convierte en el hilo dorado que une ideas y corazones.
Es imperativo que nuestras IES reconfiguren sus planes de estudio, integrando la oratoria como un eje central en la formación de los estudiantes. Imaginar un aula donde se practique el arte de la elocuencia, donde cada voz sea escuchada y cada idea, celebrada, es un sueño que debe hacerse realidad.
Estas prácticas no solo empoderan a los estudiantes, sino que también cultivan una sociedad más crítica y participativa. En conclusión, debemos ver la oratoria como una herramienta esencial en el viaje de la vida profesional.
Las IES tienen la responsabilidad de preparar a sus estudiantes no solo con datos y cifras, sino con la capacidad de tejer palabras que transformen realidades.
Las voces de los futuros profesionales deben resonar con fuerza y belleza, porque en esas voces reside el poder de cambiar el mundo.