La pandemia, aparte de haber dejado miles de muertos en cada país, actualmente deja ver otros efectos en la población en general, especialmente en los jóvenes que ahora están experimentando cambios actitudi-nales diferentes, a lo que se espera, por cambios hormonales, entre otros factores.
Y es que ya se denota una mayor intolerancia de algunos para con los demás, derivada quizá por los dos años de soledad que afrontaron, alejados de los centros de estudio donde el contacto físico es frecuente.
Factores como el desuso de ventiladores en las aulas por los riesgos que implica la mayor propagación del virus del Sarscov2, hacen que el calor excesivo de algunas zonas de alta temperatura, psicológicamente, conlleven a los menores a estar más irritables; y hay estadísticas que soportan el cambio de temperamento en los individuos, causados por el calor del día.
Sin embargo, el fenómeno no termina solo allí; también se percibe una exacerbación de conductas inconvenientes en ámbitos de formación como el acoso escolar a algunos segmentos de la población, evidenciado en redes sociales donde se aprecian comportamientos irracio-nales alejados de lo normal que debería ser el proceder de los adolescentes.
A todo ello los padres deben tener no solo paciencia para que los equipos humanos que conforman los grupos promotores de convivencia de cada I.E., logren establecer planes de acción internos con miras a reducir la posibilidad de que se sigan presentando anomalías en sus entidades y contexto social, si no, apoyar desde casa con valores para contrarrestar la falta de afecto, posible condicionante de sus actuaciones hoy por hoy.