La sociedad colombiana atraviesa por una “cultura de los vivos” que desconoce rotundamente la verdad y se fundamenta en la mentira, la deshonestidad y la trampa, en donde todo vale con tal de salir adelante en sus propósitos de cualquier tipo que sea. Quienes se valen de los “atajos” para lograr sus fines utilizan un lenguaje sesgado, sutil y amañado, para evitar la condena de la misma sociedad y especialmente en el delito que castiga la ley.
Durante esta campaña electoral aparecen todos los días situaciones que así lo confirman y la última es el caso del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien sutilmente presentó una caja de cambios de un vehículo, para presuntamente indicar que apoyaba una determinada campaña o candidato actual a la presidencia de la república.
Como es conocido por todos, se inició la discusión sobre la actuación de la Procuraduría y también se han presentado los recursos ante los estrados judiciales, que dirán la última palabra sobre el tema.
Lo cierto es que varios actos de funcionarios del gobierno tienden a desconocer la legalidad, lanzan frases y hasta discursos disfrazados de legítima defensa de la institucionalidad, para atacar sutilmente a determinados aspirantes a la presidencia de la república.
Sabemos que la mayoría de los congresistas condenaron la suspensión temporal de la ley de garantías, que el propio Presidente defendió en su momento, sin importar que estábamos en plena jornada electoral y ahora que la Corte detuvo declaró nulo el acto administrativo, se conoció los cientos de contratos millonarios realizados durante su vigencia.
Se ha escuchado al mandatario de los colombianos, en cuanto foro es invitado, criticar y rechazar, sin nombrarlo, la posición sobre diversos temas de uno de los candidatos.
Se ha entronizado la cultura de “los vivos” y para esto se acude a todas las formas posibles de manipulación del lenguaje y sacar adelante objetivos que lindan con la degradación de la ley y las sanas costumbres.
Traemos a colación un ejemplo, para corroborar lo afirmado y es el caso que se presenta cuando una persona encuentra un maletín lleno de plata, así sean millones y lo entrega de inmediato a las autoridades de policía. Este hecho es bienvenido y los aplausos para el autor de este acto positivo que sirve de ejemplo a seguir, es flor de un día.
Pero lo grave que se presenta es cuando se acercan a las autoridades respectivas a reclamar, muchísima gente, el mismo maletín alegando su propiedad. Es inconcebible una posición del “vivo” que quiere probar suerte a ver si puede convertirse en un “rico” más entre la gente.
Es tratar de engañar, mentir, disfrazarse, para reclamar lo ajeno, lo que no se le ha perdido, pero si las autoridades creen sus mentiras, justifican su actitud como si nada hubiera pasado.
Es una sociedad en donde todo el mundo se justifica, sus errores, su culpabilidad y hasta sus delitos, utilizando toda clase de artimañas, para no sentirse condenado bajo ningún motivo.
Si quienes nos gobiernan no ponen el ejemplo para que la sociedad pueda tener confianza en sus actuaciones, caeremos todos en un abismo sin fondo de donde será muy difícil salir.