Si bien es cierto el rendimiento de los deportistas colombianos en los Juegos Olímpicos de París 2024 ha estado por debajo de las expectativas, se hace necesario revisar el papel que están cumpliendo los municipios del centro y norte del Valle, que exceptuando a Buga se encuentran lejos de figurar en un evento de esta magnitud.
En el caso de Tuluá, solo nos queda el recuerdo de las medallas de plata conseguidas por los pesistas Diego Fernando Salazar y Leydi Solís en Beijing 2008, pues desde esas fechas empezamos a perder figuración y los deportistas nacidos en esta tierra, donde la halterofilia mandaba, migraron a otros departamentos en busca de mejores oportunidades, dejando en la orfandad absoluta a la disciplina que hiciera grande a hombres de la talla de Antonio J. Ochoa y por qué no decirlo Aymer Orozco Baeza.
Y si no figuramos en pesas, que era nuestra mayor fortaleza, ni qué decir de otros deportes donde los semilleros parecen no dan frutos y debemos contentarnos con títulos nacionales o regionales pues no poseemos hoy la fuerza suficiente para pelear de tú a tú los cupos en eventos internacionales y mundiales y menos a los Olímpicos.
En buena medida esa ausencia de resultados se debe al escasísimo presupuesto que se tiene para el deporte y al pobre desempeño de quienes han ejercido en la última década la dirección del Instituto Municipal para la Recreación y el Deporte, Imder, dependencia convertida en un botín burocrático que solo se dedicó administrar los pocos escenarios que poseemos, pero sin ningún liderazgo, para gestionar recursos del orden nacional o internacional.
Incluso en el reciente pasado, figuras como el medallista olímpico Diego Salazar desperdiciaron la oportunidad de fortalecer las disciplinas deportivas a pesar de que era un hombre con las puertas abiertas en Coldeportes y de los afectos de la entonces gobernadora Clara Luz Roldán.
Debemos reconocer que en el cuatrienio anterior se dejó terminada la primera fase de la ciudadela deportiva “Dinastía Solís”, al occidente de Tuluá, con un coliseo de pesas a la altura de los mejores y una pista de patinaje que se ajusta a los estándares exigidos, este escenario, el actual gobierno tiene la obligación de potenciarlo y convertirlo en la cuna de campeones.
Creemos que es fundamental que el municipio recupere figuras como Lady Solís, que bien podría convertirse en la formadora de la rica cantera de levantamiento de pesas que tiene Tuluá y de manera especial en la zona occidental, trabajar de la mano con el metodólogo Alexánder Tovar, uno de los que más conoce de artes marciales en la región y usar de forma debida a la Facultad de Educación Física de la Uceva, donde el deporte brota a borbotones.
Todo lo anterior necesariamente debe estar ligado a la construcción de una Política Pública del Deporte Decenal que responda al desafío que hoy como sociedad tenemos de arrebatarle a la delincuencia a nuestros niños y jóvenes, hoy día instrumentalizados por las bandas criminales que los inducen a consumir y adentrarse a ese mundo oscuro de la delincuencia del que difícilmente saldrán una vez caigan atrapados.
Si de verdad los alcaldes de Tuluá y los municipios del centro y norte del Valle quieren quebrarle el espinazo a la delincuencia, deben repensar la política social donde el deporte, la cultura y el arte sean la punta de lanza para transformar la sociedad del presente y el futuro.