Las autoridades de salud se encuentran sorprendidas y alarmadas ante el aumento exponencial de las personas quemadas por la manipulación de pólvora durante las fiestas de fin de año, lo cual constituye un grave indicio de fracaso total en relación a las campañas de prevención adelantadas por el gobierno, puesto que los resultados son nulos y reflejan un peligroso desdén por la integridad física de la gente y aún de la propia vida.
Desde cuando comenzó a vislumbrarse el riesgo en el manejo de los artefactos de fuego por sus comprobadas consecuencias fatales, en donde llevan la peor parte, en la mayoría de los casos, los niños, el gobierno a través de las autoridades de salud y de policía, adelanta las respectivas campañas que se repiten una y otra vez, en los medios de comunicación, en sitios públicos, pero todo ha sido en vano.
Es inexplicable que ni aún, con las medidas punitivas, consistentes en multas a los padres de familia irresponsables, se continúe y persista en esta costumbre nefasta, que deja secuelas imborrables tanto en las víctimas como en sus familiares, que no se podrán aliviar durante el resto la vida.
El sector salud está conmovido, impresionado e indignado, al observar el alto grado de ignorancia a que ha llegado la sociedad, que no le importa en lo más mínimo el respeto por la vida de sus semejantes y entonces busca afanosamente soluciones concretas ante la terquedad de la gente, sin encontrarlas.
De alguna manera, las personas inescrupulosas se valen de todas las artimañas habidas y por haber, para adquirir el material explosivo pasando por encima de la autoridad competente, lo cual significa lamentablemente, que no les importa la ley, no temen al castigo anunciado, porque se refugian en una mala costumbre de que “aquí no pasa nada” si se vulnera la legitimidad, las normas y las autoridades.
Al mismo tiempo, no existe en la familia un estricto control sobre los hijos menores, que hacen caso omiso a sus recomendaciones sobre el comportamiento en estos tiempos de fiestas y aglomeraciones, lo que ha posicionado al Valle del Cauca como el segundo departamento en el número de víctimas en la manipulación de los explosivos, después de Antioquia.
La cifra de 1052 quemados en el período 2021-2022 durante las fiestas de fin de año, es escandalosa y para esta región centrovallecaucana no deja de ser menos preocupante, con un total de 74, lo que indica que los resultados de las jornadas de prevención como los anuncios en los medios de comunicación, que cuestan mucho dinero al erario, no han servido absolutamente para nada.
Si no hay respuesta de la sociedad ante la autoridad, es muy grave la actual situación, lo que implica con urgencia, repensar las medidas de las autoridades, buscar soluciones integrales, entre la sociedad, los padres de familia, los educadores, con el fin de encontrar una salida sensata.
Creemos que es mejor abandonar esa costumbre de deslumbrarnos un momento por las luces de colores para no lamentarnos toda la vida, por la ausencia de los seres queridos, las cicatrices de alma, que dejan las quemaduras en el rostro, las incapacidades eternas y las lágrimas que jamás se podrán recuperar.
Nos unimos a las autoridades de salud, para acoger cualquier otra iniciativa eficaz que ponga fin ante tanto dolor y sufrimiento de cientos de familias que ya no volverán a disfrutar de las fiestas propias de fin de año.