Entre las consecuencias que ha dejado la pandemia hasta el momento y desde el punto de vista meramente económico, es la enorme creatividad e imaginación de los colombianos que han decidido no quedarse quietos, sino mirar hacia adelante y buscar otras alternativas de negocio cuando su tradicional modo de subsistencia se encuentra amenazado.
Es así como en este año que pasó hasta nuestros días, se ha detectado un crecimiento inusitado, pero explicable, en la modalidad de venta a domicilio, lo que ha permitido a muchísimos negocios subsistir medianamente, prestando este servicio en la mejor forma que pueden, aunque no lo hubieran adelantado en años anteriores y la experiencia, les ha hecho crecer en el mejoramiento de su atención al cliente.
Al mismo tiempo se incrementaron nuevos negocios en donde la venta a domicilio es su tarea fundamental lo que ha sido muy bien recibido por la gente en términos generales, especialmente cuando se obedece a las normas establecidas con el fin de prevenir la pandemia y por lo tanto, la comunidad acepta unánimamente el servicio que le impide la movilización en la casi mayoría de sus necesidades diarias, entre otras, la alimentación,los medicamentos y electrodomésticos, en donde de verdad sucede un cambio sorprendente en la relación cliente-productor y/o vendedor.
Ahora bien, lo que estamos viendo, con preocupación, es que en la medida que crece esta modalidad, se han aumentado geométricamente los accidentes, especialmente el de las motos, ocasionando graves consecuencias en la sociedad, bien conocidas, lo cual indica a primera vista, que no existe suficiente preparación en los conductores, sino que tal como sucedió con la pandemia, se hizo obligatorio el cambio de modalidad.
Y es que el afán de subsistencia, no se ha insistido en el conocimiento y práctica de las normas de tránsito, lo cual hace que las autoridades se vean atosigadas, por la alta accidentalidad en las calles y vías de ciudades como Buga y Tuluá, en donde el servicio domiciliario demanda frecuentemente más atención, pero se incurre en faltas graves, no haciendo el pare en los semáforos, excediendo la velocidad permitida por la ley, no portando el casco obligatorio y reglamentario, con las luces en mal estado.
Nosotros creemos, como fieles guardianes del bienestar de la comunidad, que es prioritario tomar medidas sobre este asunto rápidamente, antes que sea demasiado tarde y así como respetamos igualmente el interés de los empresarios por la reactivación económica, no puede levantarse sobre ríos de sangre y llanto de las víctimas, que estamos viendo en las principales calles de estas ciudades intermedias.
Y es igualmente muy preocupante, que hasta los delincuentes se hayan apropiado de esta nueva modalidad, para caer sobre sus víctimas a la manera de falsos domicilios, lo que hace mucho más apremiante que las autoridades tomen el control de este fenómeno, que entre otras cosas, minimiza todos los esfuerzos planteados desde las altas esferas gubernamentales, que tienen como finalidad, el mejoramiento y resurgimiento de la economía nacional.
No se puede justificar el emprendimiento, con base en la desobediencia a la ley, sino que por el contrario, realizar todo correctamente, para el logro de las metas y bienestar de la sociedad en que vivimos.