Lo que comúnmente denominamos como democracia, muchas veces no funciona como tal. Solo lo repetimos como loros, pero pareciera que esta solo funciona dependiendo del interés primario que, lastimosamente, no es el popular o el del pueblo, en la mayoría de los casos.
Se mueven muchos intereses particulares tras bambalinas. Oscuros y tenebrosos. A la luz solo salen los que se necesita que sean descubiertos o los que, tras arduas investigaciones, pueden ser detectados.
Es indispensable que existan normas y formas, para hacer que el Estado funcione, para que se tramiten los respectivos proyectos y lleguen a las instancias debidas, porque de lo contrario sería el caos, la anarquía o le estaríamos dando paso a regímenes dictatoriales.
Así que el llamado a consulta Popular, a movilizaciones que ha hecho el presidente Gustavo Petro, no debe aterrarnos ni mucho menos dejarnos atónitos. Si creemos que la única instancia democrática que posee un estado como el nuestro, es el Congreso de la República, estamos jodidos.
El pueblo es el constituyente primario. Llamarlo o convocarlo a una consulta también hace parte de los mecanismos que nos entrega nuestra carta magna, la Constitución Política que rige nuestro país y sobre la cual lo único que está por encima es la justicia divina, de esa que no conocemos en este plano terrenal.
Por ello es interesante que sea la ciudadanía la que en últimas decida si quiere que se tramiten o no esas reformas. Porque nos hemos pasado los últimos años en medio de informaciones o desinformaciones de toda índole, dependiendo, eso sí, del lente con que se mire o se analiza cada postura.
Hay mucho en juego, esas reformas, la de la salud, la pensional y la laboral, tienen incidencia directa en la población, pues que sea ella, para bien o para mal, que decida su propio futuro.
Otra cosa es que desde el Gobierno y desde la oposición, se aproveche este tema, pues es público y político, para iniciar abiertamente las diferentes campañas a Senado, Cámara y a la misma Presidencia de la República.