Por este tiempo de campaña política recordé cuando participé en los co-micios electorales de 2015 para lograr una curul en el Concejo Municipal de mi municipio para el período 2016-2019. Recordé la ilusión con la que mi familia y amig@s hicimos esa campaña, las actividades que realizamos y los sueños que se empezaron a tejer alrededor del ejercicio público.
Tengo que decir que no fue un camino de flores porque infortunadamente suceden cosas bajo las aguas propias de un sistema que te pone a competir con personas igual de valiosas. Además, detrás de esa competencia hay situaciones que ubican en ventaja a unos, en desventaja a otros y hace que te miren mal o quieran hacerte zancadilla por la envidia o celos que despiertas solo por tener una idea distinta o hacer algo de forma diferente.
Ese sentimiento no proviene solo porque tengas cosas materiales, a veces es por tu personalidad, tu espíritu, tu energía, tu esfuerzo, tus ganas de superarte o porque vibras bonito. Eso, sí que cuesta entenderlo y aprender a vivir con ello, más.
Aunque des todo de ti, cumplas con tu palabra, ayudes a otros y te encargues de hacer bien tu trabajo, debes aprender el arte de ser traicionado. Alguien una vez me dijo en otras palabras que cada quien busca lo suyo, así que comprendí que el canibalismo puro y duro no se hace esperar. Sin embargo, quisiera recordar y mantener siempre la esperanza viva en que la política es el arte de servir y que con ella se tiene la oportunidad de escuchar, de sentir con el otro y de transformar las necesidades en una realidad mejor cumpliendo los fines esenciales del Estado.
Quiero pensar que todas las personas que hoy aspiran a tener un cargo de elección popular en las corporaciones municipales y las entidades territoriales tienen la ilusión de mejorar la vida de sus coterráneos y las suyas mismas, porque me recuerdan a mí en ese entonces. Hoy reafirmo el amor que tengo por lo público, aunque otros en redes intenten desprestigiarme.