Así tituló, pero con signo de interrogación, una columna reciente del periodista deportivo Antonio Cassale, en la que éste cínicamente propone que Cortuluá, luego de ganar 5 millones de dólares en un complejo pleito jurídico al Atlético Nacional en Suiza, debe resignarse a perder lo ganado en derecho y volver a abrir otro escenario procesal en un Tribunal de Arbitramento en Colombia donde normalmente ganan las grandes corporaciones, como la organización Ardila Lulle. Dice también el periodista que el equipo corazón se pasó por la faja el fallo del máximo tribunal de la justicia deportiva (TAS), como si no hubiera agotado jurídicamente las instancias ante la justicia ordinaria de Suiza, que es el país donde tiene sede la FIFA, similar a como si se argumentara acá en el país que tumbar mediante una Tutela una sentencia de, digamos, la Corte Suprema de Justicia, es desconocer a este alto tribunal. El derecho es dúctil, y los casos solo se cierran cuando se agotan las herramientas jurídicas que el mismo Nacional intentó alargar con una tutela fallida en la jurisdicción local. Tal vez si hubieran ganado esta última acción estarían diciendo que ahí sí vale acudir a los jueces por fuera de la justicia deportiva. Tal vez si el equipo paisa hubiera sido desde el inicio el demandante victorioso ya “la cortu” sería propiedad de Postobón y lo rebautizarían como Cortuluá-Nacional o alguna barbaridad por el estilo; y por supuesto, no se hubiera armado el “Cortuluagate” que es como bautizaron este escándalo porque el derrotado fue el potentado y recientemente fallecido Carlos Ardila Lulle, el mismo que le dio empleo a Cassale y otro grupo de periodistas que pegan el grito en el cielo cuando afectan los intereses económicos del conglomerado industrial, cuando no es haciendo abiertamente política mediante sus micrófonos a favor de su “presidente eterno”, como ocurre con los Vélez, padre e hijo, que desdicen de la profesión periodística.
Es la vieja usanza de la nación dolorida, donde el periodismo se pone del lado de los poderosos y trabajan para que el pueblo asuma la misma actitud. Los débiles acá no tienen derechos, y si de vez en cuando ganan es un robo. Los tulueños y vallecaucanos solo esperamos que con este logro quijotesco, sin excusas, la Cortuluá vuelva a la primera división del fútbol patrio.