Un informe reciente del DANE revela que la tasa de embarazos en menores de 14 años se ha reducido drásticamente, pasando de 5.442 en el 2018 a 1.298 en lo corrido de 2021. Lo que permite inferir que, al finalizar el año, quizá la última cifra no llegaría a más 50% de la primera. Un dato alentador, pese a que se creía que aumentarían los casos por la pandemia, debido a sus restricciones en servicios de salud, métodos anticonceptivos, acceso a la educación sexual, entre otros.
Varios factores se hallan expuestos de forma intrínseca al analizar los datos. Por un lado, está el endurecimiento de las penas privativas de la libertad para mayores de edad que sostengan relaciones con menores de 14 años, permitiendo migrar los embarazos riesgosos por muerte prematura tanto de bebés como de sus madres, siendo aún niñas, en las que su cuerpo no está preparado para ello a plenitud; hacia una edad más idónea como entre los 20 a 24 años, donde se presenta el mayor número de embarazos actualmente con 54.640, o de 25 a 29 con 47.179. Las madres de 15 a 19 años, llegan a 33.144; toda una victoria para las organizaciones que luchan contra este fenómeno cultural al compararlas con los 123.223 casos en esa última franja de edades durante el 2018.
El quintil de riqueza, igualmente, infiere que un factor determinante en la reducción del embarazo juvenil, es el acceso a una mejor educación financiera; causando que los jóvenes tengan un mayor grado de consciencia y cuidado, evitando el embarazo al máximo por las implicaciones económicas a largo plazo. Todo lo contrario a lo que sucede con quienes viven en la pobreza extrema.