James Rodríguez con la selección Colombia renace como el ave Fénix: de sus cenizas.
En los últimos dos encuentros de la selección tricolor, contra España y Rumania, demostró ser determinante en el equipo y su magia reapareció como en sus mejores tiempos; sin embargo, aunque sea intermitente en clubes, no deja de ser el terror en la cancha.
Si bien, su estamina no es algo que se pueda observar durante todo el tiempo que juega, a lo mejor debido a su lenta recuperación del sóleo; cuando él está en la cancha es intimidante para el contendor, y esto es así, porque en cualquier momento, puede sacar un pase filtrado desequilibrante o lanza una bomba al área del guardameta con grandes chances de gol.
Así quedó demostrado justamente el miércoles 10 de abril de 2024 en el encuentro del Sao Paulo de Brasil contra Deportes Cobresal de Chile por Copa Libertadores de América, momentos en los que, aparte de demostrar un mejor estado físico al durar en la chancha todo el partido, siendo reemplazado tan solo hasta los 90+2 minutos, aportó posesión de balón, precisión en los pases, recuperaciones de balón, cobros de tiro de esquina y pases que a pesar de no ponerlo en la pizarra de asistencias, sí fueron los culpables de la victoria 2 a 0 de esa noche.
Al menos en uno de los dos tantos, al minuto 82, cuando James hace un lanzamiento a la zona con tal efecto que logró lo que parecía imposible, romper la férrea defensa de Cobresal que no dio un solo espacio durante todo el encuentro, un jugador baja el balón de cabeza para que André Silva lo empujara al fondo de la red.
Seis minutos después, tras obligar a los jugadores de Cobresal a salir de su cerrojo para intentar empatar el partido, llegó el segundo tanto de Jonathan Calleri que los liquidó definitivamente.
El hecho de haber jugado casi todo el partido con Sao Paulo, solo demuestra que el 10 de la selección Colombia está cada día más cerca de lograr su nivel esperado para la Copa América.