En medio de tantas situaciones que se presentan en la Colombia de hoy, me dio por pensar que de verdad añoro muchas cosas del pasado.
Cuanto añoro ir al estadio Atanasio Girardot de Medellín para vivir un clásico regional donde las barras gritaban y se podía disfrutar amenamente un partido vistiendo la camiseta de tu equipo. Hoy no se puede ir porque si eres hincha de otro equipo te arriesgas a que te linchen.
Como añoro los días en que al iniciar una clase de religión hacíamos una oración con los estudiantes donde orábamos todos por las necesidades de los compañeros; hoy por una mal entendida libertad de cultos y por decisiones absurdas de la Corte Constitucional no se puede hacer.
Cuanto añoro sentarme a ver televisión con programas de concurso como “cabeza y cola”, “concéntrese”, “quién quiere ser millonario” donde aumentábamos nuestra concentración y nuestra cultura general o con programas periodísticos donde nos llenábamos de criterios para afrontar la vida.
Hoy son solo novelas repetidas, narco novelas, realities estúpidos que lo único que fomentan es la ley del más fuerte, la ley de la selva como el desafío de cada año.
Como añoro salir a un parque a disfrutar del medio ambiente y de la naturaleza.
Hoy eso no se puede porque nuestros parques están invadidos de drogadictos que fumando su asquerosa hierba espantan a los niños y aún a los adultos. Cuanto añoro la exigencia de los colegios a nivel académico y disciplinario donde quien no rendía simplemente perdía el año y tenía que repetirlo.
Hoy tenemos un sistema mediocre donde cualquiera gana el año, donde el docente es el que se mata todo el año para enseñar y donde los estudiantes perezosos ganan el año porque no pueden perder más del 5% de los estudiantes.
Hoy tenemos estudiantes en grados superiores que no saben leer ni escribir, no saben los elementos básicos de matemáticas y aun así tienen que ganar. Por eso y por mucho más hay que decir: “todo tiempo pasado fue mejor”