Esa es la cuestión.
¿Qué vamos a hacer como ciudadanos? Claro. Porque son muchos los escenarios que en este momento podemos plantear como alternativa al alza paulatina que tendrán los combustibles en el país, según lo anunciado desde el alto gobierno.
El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, dijo que desde el mes de octubre el aumento no será superior a los 400 pesos por galón de gasolina.
Como sea afectará el bolsillo de todos, porque esa decisión impactará el llamado costo de la vida y por ende la cada vez más devaluada y vilipendiada canasta familiar.
Los expertos en su gran mayoría coinciden en que es necesario subir el precio de la gasolina en beneficio de la salud fiscal del Estado, porque el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles es del orden de los 40 billones de pesos.
Incluso, desde el gobierno del presidente Iván Duque ya se había hecho una proyección gradual sobre la necesidad de aumentar el valor del galón de gasolina y ACPM gradualmente desde septiembre en 400 y 250 pesos, respectivamente.
Aunque, aparentemente, sí sería necesario el aumento, ¿es viable socialmente, teniendo en cuenta las consecuencias de diversa índole que ello generaría?
No obstante, especialistas en temas financieros, tributarios, que conocen la política petrolera del Estado y las decisiones que en tal sentido se toman, sostienen que, para subsanar el déficit del citado Fondo, se deben intervenir los precios del combustible que se generan desde Ecopetrol y que, según algunos de esos expertos, deberían desvincularse de los precios internacionales del combustible. No deberíamos pagar tarifas internacionales en el consumo local.
¿Por el momento, qué podemos hacer?: empezar a modificar paulatinamente algunos de nuestros hábitos, porque esas medidas, en el fondo, van de la mano con la idea de la transición energética, es un llamado a utilizar energías limpias y también medios de transporte alternativos, como incrementar más el uso de la bicicleta, por ejemplo.