Un adolescente empieza a destruir su futuro cuando se aparta de las normas establecidas en la sociedad que lo va a acoger cuando sea adulto. Y peor aún, cuando sus padres también van en contravía de los valores que deben propenderse para que, desde el seno de la familia, se moldee un digno ciudadano que eleve al ser humano en su conjunto
Las escuelas juegan un papel fundamental; ya que éstas coadyuvan no solo en la formación cognitiva, emocional y conductual de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes.
Son a su vez el epicentro de muchos momentos vividos que tienen una relación directa con lo que luego se experimentará en otros espacios fuera del claustro. Los docentes son en muchos casos, los primeros en atender una necesidad en salud, nutrición, o psicológica, entre muchas otras aristas que conforman el complejo desarrollo del individuo.
Es por esto que, un padre que sobreproteja a sus herederos de una sanción disciplinaria al interior de una institución educativa, que se oponga de manera férrea al aprendizaje de la lección que más enseña, que es la de obtener una consecuencia apropiada a la edad de cada menor, por cada acto de indisciplina que atente contra lo establecido por norma, norma que siempre busca el sano crecimiento y desarrollo humano; luego entonces, cuando se haya acostumbrado a que no existen consecuencias para sí, y lo replique siendo adulto, una y otra vez, en áreas o zonas del país no tan comprensivas como lo son los establecimientos educativos, se perderá y quizá para siempre.
En ese sentido, una madre que no quiera un destino oscuro para su descendencia, debe enfocarse siempre en ser una aliada de las maestras de sus hijos.