De forma recurrente los noticieros televisivos informan sobre la crisis del sistema de salud de nuestro país. Estos reportan, entre otros problemas: falta de medicamentos, demora en la asignación de citas, esperas prolongadas para remisión a especialistas, negativa o dilación para enviar a los enfermos a dichos expertos.
Como es de suponer, esto ha generado un caos en el sistema de salud con graves consecuencias para los usuarios. Incluso se ha reportado el fallecimiento de pacientes por la carencia de fármacos que se deben ingerir de manera ininterrumpida.
El Doctor Benjamín Herazo, en un escrito publicado en internet anota que, en nuestro país, la salud ha recibido una calificación negativa, debido a varios aspectos, entre ellos: corrupción generalizada; injusticia e inequidad de diversa índole, patologías sociales que han generado altos índices de pobreza; planeación y administración del sistema de salud como un negocio, que debe procurar rentabilidad.
Si se entiende la salud como lo propone la OMS (Organización Mundial de la Salud), esto es, como una condición necesaria para potenciar el bienestar físico, mental y social y no simplemente como la ausencia de enfermedades, la misión de nuestro sistema de salud se ve comprometida, afirmación que se desprende de las fuentes antes citadas.
Lo anotado, lleva a afirmar que resulta complicado hablar de progreso, dado que un ciudadano enfermo no puede contribuir a fortalecer la riqueza material ni intelectual de su territorio.
La salud se ha de entender como una condición sine qua non para mover el motor del avance social, económico, cultural… y no como un objetivo de mediano o corto alcance. Lograr esta aspiración implica revisar sistemas de otros estados que adolezcan de menos falencias que el nuestro, con el fin de tomar de ellos aquello que se considere pertinente.