Así títula Pedro Badrán su más reciente novela, publicada este año de 2022 por la editorial Random House.
Como ya es costumbre en las obras de Badrán, desde la primera línea de dicha narración el lector queda prendado de los personajes y circunstancias que van tejiendo la historia, esta vez la violenta y trágica historia, que se va desenvolviendo ante nuestros sentidos.
Porque en las sagas del autor Magangueleño, no solo participa el ojo que lee, también el olor del río o el de las ciénagas de Pijiño y El Pozuelo, con sus miles y variadas especies de aves, tanto nativas como migratorias, como la calidez y bonhomía de las gentes ribereñas, y la sensualidad de sus mujeres, hacen parte del alma de sus ficciones y por ende de las emociones de sus lectores.
“Crímenes de provincia”, no escapa a esta particular magia narrativa, exaltada por desarrollarse en la sinigual Santa Cruz de Mompox, tan cara al autor y a los que tenemos la fortuna de conocer el particular sortilegio de un territorio donde el tiempo transcurre al ritmo de las mecedoras que los lugareños sacan al frente de sus portones y enrejadas ventanas para paliar con una variada y divertida conversa cotidiana, el calor, y las siempre presentes calamidades y tristezas.
Porque a pesar de que, en Mompox, no suceden todas las desgracias que el resto de Colombia padece por responsabilidad de unas élites corruptas y vandálicas, su geografía tampoco escapa a la tradición de barbarie que marca nuestra historia republicana.
Por la Albarrada también transitan la codicia y sus miserias, de la mano de personajes como el senador Maldonado, capaces de asesinar a sus propios hijos, igual a demoniacas deidades representadas por Baal o Moloch reinantes en tiempos fenicios.
Pero la novela, también es un homenaje a la amistad. Ese valor en desuso, por cuenta de un mundo egoísta, donde la avaricia alimenta nuestras más perversas inclinaciones. Solo por ello, merecería su lectura.