La semana pasada el ex vicepresidente español, Pablo Iglesias, dio una interesante entrevista en el canal de televisión pública del país al también académico Mauricio Jaramillo, y en ella detalló que las luchas por el poder no dejan de ser ideológicas y cómo se disputan hoy en los medios de comunicación, especialmente los digitales, que en su mayoría son propiedad del gran capital corporativo mundial que defienden en ellos sus intereses de clase.
Estas élites no se ahorran nada con tal de detentar el poder en el Estado, y la mentira descarada es su herramienta para intoxicar la sociedad y guiarla para que escoja la opción populista de extrema derecha que los beneficia.
Decía Iglesias que no tiene nada de raro que un medio de comunicación muestre su orientación ideológica, pero decir mentiras desdibuja su labor periodística. Cuando el menor de los Gilinsky compró revista Semana no dudó en decir que su modelo sería Fox News, usando las estrategias del millonario Steve Bannon, que asesora a Trump.
Ahora no cabe duda de que los medios corporativos nacionales siguen este manual para boicotear al gobierno Petro, de la manera más cínica. Cada lunes en coro se alertan catástrofes para tapar las ollas de corrupción halladas de pasados gobiernos.
Las últimas: se “filtra” la mentira del 5 x 1000 para encubrir el hallazgo de la Contraloría sobre los más de 6 billones de pesos que las EPS embolataron durante la pandemia, y la crisis aérea porque supuestamente no había gasolina para abastecer los aviones comerciales mientras en Planeación Nacional se hacía público el peor escándalo de corrupción contemporáneo de 12 billones de pesos despilfarrados anteriormente en aquella entidad.
Es el mismo escenario que se le planteó a AMLO en México, pero la agenda social pesó más en las posteriores elecciones, como debería pesar más acá que 1’600.000 personas han salido de la pobreza en el último año.