Nuestra patria merece que nos pongamos la camiseta y nos la juguemos para sacarla adelante. Merece ciudadanos comprometidos con la causa, decididos a transformar lo que nos incomoda. Merece jóvenes activos que luchen pacífica y asertivamente por sus sueños. Merece campesinos que contemplen sus tierras y se les pague lo justo por sus productos. Merece la protección de los pueblos indígenas sin condición.
Merece que se respete la vida sin favoritismos. Merece que todos puedan disfrutar de sus mares en paz. Merece que su gente pueda cuidar la tierra, sus parques naturales, nevados, flora, fauna, su riqueza y biodiversidad sin temor a morir. Merece que sus niñas y niños sean una prioridad en la realidad y no solo en el papel de la Constitución Política de 1991.
Merece un sistema de salud que proteja la salud mental y corporal de todos y no se reviente a punta de tutelas ni derechos de petición. Merece justicia, equidad y que no solo sea un eslogan de gobierno. Merece que los derechos sean humanos y sus instituciones también. Merece que se respete la diferencia de decir o pensar diferente. Merece que se apoyen a los emprendedores pues ellos mueven la economía.
Merece que la educación, el arte y la cultura sean los agentes de desarrollo social. Merece políticos coherentes con las ideas-actitudes de campaña y la actuación de gobierno.
Colombia merece muchas más cosas y mejores. Nosotros no merecemos esta Colombia desangrada y golpeada, pero ¿qué estamos haciendo cada uno para que seamos los colombianos que el país merece?
Si podemos romper con el silencio ante la pregunta repliquemos eso en nuestro pequeño entorno y brindémosle mucho amor a nuestra gente y al pedacito donde habitamos.