Estoy escribiendo esta columna hoy 17 de febrero de 2025, cuando la implosión de hechos que alteran el orden público y las noticias sobre corrupción gubernamental se producen en cascada, dejando la impresión de un caos y de una ingobernabilidad total en todos los ámbitos de la nación.
Se señala como causa de tal situación la demora del presidente Petro en nombrar los ministros que deben reemplazar a los renunciantes, post consejo de ministros ocurrido hace dos semanas y que fue pasado por la televisión nacional a modo de un “reality show”.
La oposición, que aparentemente no había aprovechado el papayaso que le sirvió el gobierno en bandeja, parece haber organizado un efectivo plan para poner en evidencia el avance de los grupos armados ilegales en el territorio nacional, y la ausencia operativa de la fuerza pública, no solo en el Catatumbo, sino también en los departamentos del Chocó y Arauca, ante la falta de un responsable en el ministerio de defensa y a la ausencia del primer mandatario por su viaje al Medio Oriente.
Pero no contentos con lo anterior y en vista de lo acontecido con el señor Diego Marín, conocido como “Papá Pitufo”, los medios de comunicación parecen ignorar que la red de corrupción creada por dicho magnate del contrabando se remonta a por lo menos 40 años del acontecer nacional, y, todas las noticias se enfilan a mostrar al actual gobierno como el responsable, no de la detención de Marín, sino de sus acciones delictivas.
Tanto que el ministro de comercio, señor Luis Carlos Reyes, señala a Roy Barreras como instigador ante la DIAN de un presunto tráfico de influencias, cuando, el mismo, ha entregado una lista a la fiscalía, de personajes de la política y partidos políticos, entre ellos el Centro Democrático y Cambio Radical, de por lo menos treinta y cinco nombres que recomendaron candidatos para ocupar cargos en las oficinas de Aduana del país.