Nuestra nación, con una extensión de 1.141.748 Km2, tiene 6 regiones naturales, está rodeada por 2 grandes océanos y su división política consta de 32 departamentos, 1101 municipios, 10 distritos y 8059 caseríos, veredas y corregimientos; de estos municipios más de 100 sufren abandono estatal grave.
En un viaje que tuve a La Macarena, en el Meta, el guía del viaje nos contaba que el pueblo más cercano es San Vicente del Caguán y queda más o menos a unas 8 horas en camioneta 4×4, ya que un automóvil no puede andar por las vías tan deterioradas del llano.
Otra cosa que fue inquietante y preocupante es que verdaderamente quienes mantienen esas vías, por lo menos transitables, son “los muchachos”, apodo que se les da a los miembros de la disidencia de las FARC-EP; es impresionante observar el abandono de este municipio por pate del estado.
Los macarenos, como muchos colombianos, nacen en lugares donde el estado no llega y crecen viendo un poder de facto que da más resultados que el mismo estado colombiano. Desde Bogotá es inútil de manejar de forma efectiva las regiones, el centralismo estatal no está dando resultados positivos en las zonas más alejadas del país.
Todo esto se acompaña de las decisiones de otro grupo de colombianos que, al ser privilegiados al nacer en zonas donde el estado colombiano es presente y fuerte, tuvieron el atrevimiento de votar NO a la paz que es tan necesaria para nuestro país.
Es de vital importancia que el estado colombiano busque descentralizar el poder aún más, darle más autonomía a las regiones y que puedan llegar las entidades estatales a cada rincón del país.