Si en el año 1948, cuando el único medio de comunicación con inmediatez era la radio y la prensa escrita contaba horas después los hechos registrados, el beligerante discurso de Jorge Eliecer Gaitán despertó tantas pasiones y desencadenó los desgarradores momentos de confrontación civil armada tras el atentado criminal que le costó la vida, no quiero imaginar lo que se cocina por estos días cuando el presidente Petro, en una actitud populista y poco responsable, sigue en campaña y desde la plaza pública envía mensajes que hoy tienen al país en vilo.
El discurso de Cali como otros tantos que ha pronunciado y que se reprodujo con la rapidez de la comunicación lineal de hoy, dista mucho del estadista que dice ser y se acerca más al gobernante arrogante y con pensamientos mesiánicos que cree que Colombia es antes y después de Petro, llamando asesino a un expresidente y además amenazando con dejar libre a la temida primera línea dándole el estatus de víctimas de Estado.
Soy de los que creo que entre los capturados y privados de la libertad hay jóvenes inocentes que terminaron atraídos por los cantos de sirena del estallido social y ellos deben ser liberados, pero hay otro grupo que disfrazados de manifestantes actuaron como delincuentes incurriendo en prácticas enmarcadas en actuaciones terroristas y por ende deben ser judicializados, tal como lo contempla nuestro sistema judicial.
No quiere entender el presidente Petro que él no representa las mayorías, pues en las urnas hubo un casi 50/50 y hoy el país se encuentra doblemente polarizado, no ha logrado que las reformas avancen y el conflicto armado urbano y rural se acrecienta porque las organizaciones delincuenciales le siguen midiendo el aceite a una política de paz total que genera más dudas que certezas.
Hoy me preocupa que a escasos 12 meses del inicio en forma de la campaña presidencial, el discurso de Petro siga calentando los ánimos y terminemos inmersos en un conflicto de mayúsculas proporciones, pues la comunicación de hoy es inmediata y el poder de descernimiento del ciudadano es mínimo.