No nos vayan a defraudar. Siempre desde mis espacios periodísticos he abogado por la participación de los jóvenes en los espacios de poder para que sean ellos los que amparados por las normas constitucionales asuman la nada fácil tarea de transformar la sociedad de hoy. La reciente contienda electoral marcó en Colombia una interesante tendencia renovadora y alegra ver que en los Concejos Municipales se alcanzaron porcentajes superiores al 50% de cambio, con algunas caras realmente jóvenes que apenas alcanzan la mayoría de edad.
Es sin duda un panorama alentador que permite soñar con empezar la construcción de un país distinto, pero a la vez se convierte en un reto gigante para los nuevos concejales a quienes hoy les asiste la obligación de formarse, educarse y documentase para liderar y dar los debates que los ciudadanos esperamos y hacer que la semilla plantada caiga en tierra fértil, florezca y emerjan así nuevos liderazgos, con nuevos objetivos y metas por lograr.
En el caso de Tuluá esa renovación alcanzó el 70%, una cifra histórica, varios de ellos debutantes absolutos en la arena política y otros con un recorrido por los escenarios, pero sin ninguna participación en el cabildo tulueño.
Hoy la puerta se le abre a Victoria Céspedes, Edier Valencia, Aldemar Ruiz, Diego Alejandro Vélez, Mariana Agudelo, Carlos Andrés Parra, Estela Sevillano, Jovita Elizabet Tegue, Yeline Andrea Arbeláez Jaramillo, Henry Cardona, Jorge Mario Mejía y al propio Ever Villegas Morante a quienes les asiste la obligación de demostrar que valió la pena el voto de los ciudadanos el pasado 29 de octubre.
De ustedes depende que sus nombres entren hacer parte de la historia de Tuluá o que solo sean las caras que adornarán los mosaicos que cargan polvo en los pasillos del edificio municipal relegados al olvido, pues la ciudadanía poco o nada recuerdan de la tarea desarrollada desde un recinto, que debe ser el salón de la democracia y los debates que hagan de Tuluá el municipio región que hace décadas soñamos.