No se le pueden pedir peras al olmo es un antiquísimo dicho español que por efectos de la conquista llegó al continente americano y se arraigó de tal manera en nuestro entorno que se volvió de uso corriente.
Al buscar el origen de la frase se encuentran muchas explicaciones, todas ellas muy similares.
Para el caso de esta columna, me he quedado con la que reza: “Pedirle a una persona egoísta que piense en los demás y les ayude es pedirle peras al olmo así que, no te esfuerces en intentarlo».
La he escogido porque me parece que encaja perfectamente para tratar de entender esa costumbre de los colombianos y latinos en general de quererle sacar provecho a todo.
El más reciente episodio es el relacionado con el racionamiento del gas natural como consecuencia del calentamiento del subsuelo en el municipio de Herbeo en El Tolima.
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Una vez difundida la noticia y como por arte de magia las estufas eléctricas que había en existencia se agotaron pero casi de isofacto apareció un nuevo lote pero eso sí con incrementos que fácilmente superaron el 50%.
Igual suerte corrieron las ollas arroceras, las cafeteras, los sartenes eléctricos y, claro está, los cilindros de gas, elementos estos que se convirtieron de la noche a la mañana en objetos de lujo. Por fortuna, a los usuarios del combustible se les acortó el plazo de espera y los que pretendieron hacer su agosto en mayo les tocó guardar los electrodomésticos en sus bodegas y volverlos a su valor original esperando quizá otra emergencia.
Esa actitud de sacarle ventaja a todo y aprovecharse de las adversidades para nuestro beneficio personal, es sin duda lo que nos impide crecer como sociedad y nos mantiene como corcho en remolino dando vueltas en el mismo sitio sin lograr avanzar.
En términos del Progresismo en boga por estos días en nuestro país, podría decir que hoy todos hablan de la empatía, pero muy pocos la practican y me atrevo a decir una buena parte desconoce su significado y la emplean para su propio beneficio.