Siempre se ha dicho que la envidia y el quejarnos por todo y de todo son dos deportes de gran preferencia entre los colombianos y seguramente, si hubiera un campeonato del mundo dedicado a esas dos características humanas, resultaríamos imbatibles.
En ese orden de ideas, por estos días hay un solo lamento en el país que se escucha en el estrato cinco y también en el uno y que da cuenta de la carestía en el costo de vida. Quienes vamos constante a los supermercados o a la plaza de mercado damos fe de ello y le concedemos la razón a quienes se quejan y hasta cuestionan al gobierno en todos sus niveles.
Pero llama poderosamente la atención que a la par de que nos quejamos de los costos de la canasta familiar, de los servicios públicos y todo lo demás, los colombianos sigamos propensos a despilfarrar el dinero en prácticas poco sanas e improductivas como por ejemplo quemar pólvora dizque para darle la bienvenida a diciembre.
Lo vivido en la noche del 30 de noviembre y en las primeras horas del duodécimo mes del año raya con lo demencial, absurdo y estrafalario. La famosa alborada, que nació justamente en tierras de Antioquia y que tuvo como gestores a los narcos de los 80 y 90 que quemaban fortunas en pirotecnia para celebrar el “corone” de un embarque, demuestra que como sociedad no hemos avanzado mucho y que nos falta trecho por recorrer si de verdad queremos evolucionar como sociedad.
A propósito del tema, me llamó poderosamente la atención ver como en varios perfiles de Facebook e Instagram, algunos concejales en ejercicio y hasta aspirantes a los cargos de elección popular se les notaba felices quemando pólvora, es decir contrariando las normas vigentes y que prohíben la venta y comercialización de este elemento y que a decir verdad en este país del Sagrado Corazón de Jesús son un saludo a la bandera y son expedidas por los alcaldes como por salvaguarda legal, pues en caso de que haya quemados en sus territorios, evitan que las IAS le caigan encima y terminen pagando los platos rotos por la irresponsabilidad ciudadana.