La Unidad Central del Valle del Cauca es sin duda uno de los logros más importantes de Tuluá en su historia y es el ejemplo claro que la unión de esfuerzos y el desapego a los intereses políticos o económicos garantiza el éxito de cualquier empresa en el sector público o privado.
La Uceva, el Alma Mater de los tulueños, fue el sueño de un puñado de ciudadanos que creyeron hace diez lustros que este territorio podía tener universidad propia y lo más importante, a través de ese anhelo visionaron en lo que Tuluá se convertiría con el pasar de los años.
Es también una escuela de buena gerencia, pues desde su primer rector Néstor Grajales López, pasando por Carlos María Lozano, Israel Moreno Cruz y Jairo Gutiérrez Obando, la institución no ha dejado de crecer física ni académicamente y prueba de ello es el confortable campus universitario que posee y los miles de egresados de los diferentes programas que hoy llevan las banderas ucevistas por Colombia y el mundo.
En ese orden de ideas el actual rector Juan Carlos Urriago Fontal, un hombre forjado y de probado ámbito gerencial tiene la nada fácil tarea de seguir forjando durante su periodo como rector ese crecimiento y su transformación acorde con los retos que los nuevos tiempos imponen a diario. Desde mi óptica ciudadana y es quizá el único reclamo que hago en los 50 años de la Unidad Central del Valle, es que la institución como un centro de formación del pensamiento debe ser más participativa en las discusiones y debates que se dan en la región para construir una ciudadanía crítica frente a los temas políticos y sociales, pues por momentos se ve y se siente como una república independiente que se esconde tras las mallas que la protegen mientras afuera todo se desmorona.
PD. Más que merecido los Honoris Causa para Gustavo Álvarez Gardeazabal y Hugo Bolívar Hinojosa, los dos desde sus trincheras han contribuido a la grandeza de la Unidad Central del Valle.