En este tiempo las prioridades apremian, luchamos con la idea de asistir o no a una cena, ir o no a ver a un familiar, sin embargo, debemos tener en cuenta que hay situaciones que no discriminan festividades y bien sea víspera de navidad, año nuevo o un cumpleaños, la tristeza puede estar a la vuelta de la esquina.
Tomar la decisión de ir a la cena de esa abuela que poco ves, de esa tía que poco tratas o de ese primo con el que peleaste y decidiste firmemente no hablarle más, nadie sabe cuándo o dónde podría ser la última vez que otorgues ese último abrazo, saludo o mirada; y no hay sentimiento más ensordecedor para el corazón que el arrepentimiento, pues el darse golpes de pecho solo abrirá un profundo agujero, pero no nos devolverá en el tiempo.
No dejemos el amor para las fechas especiales, no necesitamos que sea mes de mayo, o navidad… podemos, como propósito este nuevo año que se avecina, comprometernos con firmeza y la mano en el corazón en recordar a quienes amamos, perdonar y seguir adelante.
Las prioridades son aquellas cosas a las que les damos prelación sobre todas las cosas, así que es una buena oportunidad -y ocasión, ya que estamos-, para reflexionar sobre a dónde deberíamos dirigirnos cuando cerremos este periódico, a qué dirección mirar y qué camino tomar, a quién debemos sonreír y acoger en nuestros brazos, a quien debemos consolar y por quién debemos orar.
Purguemos asperezas, rencores y orgullos; dejemos que nos invada la empatía y recordemos que en nuestros momentos de soledad también hemos deseado aunque sea una breve consideración… un sincero buenos días y en estas fechas, un cálido feliz navidad y próspero año nuevo.