Colombia es un país que vive en un letargo tecnológico de más de una década, dependiendo del segmento del mercado que se analice, a pesar de los grandes esfuerzos por mantenerlo al día en todos los sentidos. Y es que la realidad es bastante distante a la utopía en la que se ha convertido cada ley que intenta acercar a la nación a lo que los países industrializados manejan.
Para citar un ejemplo, analice lo que sucede con el manejo de los traslados de una EPS a otra. La ley dice que un menor de edad no se puede quedar desprovisto de la cobertura de salud bajo ninguna circunstancia, pero la realidad es otra; y es que un menor puede quedar sin cobertura de salud por un sin número de meses, todo porque hay demasiadas estancias en el camino hasta que se materialice el traslado de forma real. Uno de los más altos impedimentos radica en que si bien, para que una EPS dé de baja en su sistema a un menor, ésta solicite copia del radicado de la segunda EPS que lo recibirá, como para garantizar que ello supuestamente sea inmediato, pero esto no se da porque al momento de hacer el ingreso a la segunda EPS, el niño podría aún figurar en el ADRES y por ello, no entraría hasta que la primera EPS no informe y efectivamente no exista registro por ningún lado de que el menor en cuestión aún tiene cobertura de la primera.
Para eliminar el rastro de supuesta cobertura, algunos expertos estiman un rango de tiempo de hasta seis meses, tiempo en el cual puede surgir alguna complicación o accidente. Justo o injusto, negligencia o no, así pasa cuando un menor pasa de ser beneficiario de la mamá al papá o viceversa. ¿Quién arregla ese chicharrón?