En este caso ninguno de los reyes ha muerto, ni más faltaba. Simplemente uno se va, culmina su período constitucional y llega otro, en el que muchos depositan ilusiones y esperanzas. ¿Sería utópico pensar que el rey puesto empezara a construir sobre lo construido? El tiempo lo dirá. Porque ahora que se habla de cambios, el primero de todos debe empezar por nosotros mismos. El Mesías solo es Uno y créanlo, no es el que se posesiona este domingo, ni tampoco el que lo hará dentro de cuatro años.
Por eso no esperemos milagros. No tiene varitas mágicas ni nada por el estilo. Esto no va a cambiar de la noche a la mañana. Estamos atravesando una situación bastante compleja en diversos aspectos, tanto en el económico como en orden público.
Espero que quien llega haya dejado el retrovisor bien refundido. Que empiece a gobernar mirando para delante. Porque debemos empezar a cambiar esa malsana costumbre de estar buscando responsables de nuestra poca eficiencia en el pasado. Cuando un candidato aspira a un cargo como Presidente de la República, Gobernador o Alcalde, debe saber en dónde se va a meter, cómo está la situación. Lo demás es disfrazar la incapacidad y la ineptitud.
Esperemos que este nuevo Gobierno no vaya a empezar con esa manida costumbre. Los viejos siempre nos decían, ‘el mal trabajador siempre le echa la culpa a la herramienta’. Quiero pensar que hoy arranca un nuevo país, pero en la mente de cada uno.
Como ciudadanos tenemos mucho que aportar, no podemos estar impávidos y pasivos, debemos ser protagonistas de nuestro propio desarrollo, siendo activos y participativos, porque en la mayoría de los casos ni siquiera miramos los toros desde la barrera. Somos indiferentes a todo.
Llegó el momento del cambio, volvamos nuestra mirada al verdadero Rey y confiemos solo en él, lo demás llega por añadidura…